Parece que Cuba necesita que el 8 M deje de ser una festividad.
Periodistas que defienden y justifican en público el acoso callejero, músicos que se sienten con el derecho de violarnos, humoristas misóginos, derechos que son puestos en debates y fundamentalistas que quieren decidir quiénes los tienen y quienes no. Internet sacó toda la basura que estaba bajo la alfombra y lo peor es que andan como caballo desbocado en nombre de una libertad de expresión que en este archipiélago funciona de manera intermitente y a conveniencia.
Vienen a mi mente recuerdos de debates anteriores sobre la forma
correcta de denunciar o reclamar cuando figuras públicas (en su mayoría
hombres y fanáticos religiosos el resto) nos violentan (tanto de forma
directa como indirecta, entiéndase simbólica). A nosotras se nos exige
ser respetuosas, atinadas para no igualarnos, para no rebajarnos, para
tener la empatía del resto y demostrar que no somos la raíz del
problema al cuadrado. Porque según muchos, las mujeres somos la raíz del problema al cuadrado: M = (√p)².
"La forma correcta", me repito una y otra vez para que la pasión no me ciegue y ser efectiva en mi discurso. Entonces me doy cuenta cuán efectivas son las canciones donde se nos dice que las mujeres somos "culos y tetas dispuestos a la penetración", los memes donde se dice que somos las tóxicas, las novelas donde no estamos completas y somos infelices por no ser madres, los artículos periodísticos donde se nos crítica por no maquillarnos o por hacerlo demasiado, los libros de historia y de ciencia donde no aparecemos, los juicios donde se nos culpa por ser violadas... Y es que no se trata de una canción, o de una novela, o de un chiste de mal gusto, se trata del 90 por ciento de la información que recibimos diciéndonos todos los días de nuestras vidas, desde que nacemos, que merecemos todo lo que nos sucede.
Seguramente las mujeres cubanas que fueron asesinadas por sus parejas o ex hasta la fecha, eran la (√p)², por hacer enfadar a sus maridos.
La adolecente trans expulsada de su casa era la (√p)², por saberse mujer.
El niño que se suicidó por bullying era la (√p)², por ser diferente.
El por ciento, en aumento, de niñas menores de 15 años embarazadas (en su mayoría de hombres 20 años mayores), son la (√p)² por comenzar a tener relaciones sexuales a esa edad.
Las mujeres acosadas en las calles son la (√p)² por vestirse provocativas.
El matrimonio entre personas es la (√p)² por ser contrarias a la "familia tradicional".
Todavía hay quienes no quieren ver la relación entre toda esa información que con diferentes formas y palabras nos dice todo el tiempo que somos la raíz del problema al cuadrado y la normalización, aceptación y hasta legitimidad de las múltiples maneras de violencia hacia la mujer y las disidencias sexuales. A algunos no les conviene verlo, pues este estado de cosas les permite violar, acosar, golpear, tener esclavas domésticas, ser pederastas y discriminar con impunidad, y otres lo han normalizado tanto que desde sus privilegios, mientras no les haya sucedido, (o por lo menos bajo sus conceptos eso piensen) se niegan a aceptar que la violencia de género es un problema social en la Cuba de hoy.
Sahay Fajardo Videaux, Lic. en Historia
Coordinadora del Proyecto Diversas
AHS Santiago de Cuba
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